Al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. A mi amiga anónima (¿anónima?)

Aunque no el más bonito, este te pertenece

Gracias amiga, aparte de hacerme volver a leer a Machado en sus Proverbios y Cantares, me has hecho volver la vista atrás sin ira, y disfrutar con la comunión entre nuestras neuronas.
El por qué el anonimato (algo me dijiste) de tus comentarios, e incluso de tu blog, sigo sin entenderlo, no solo escribes muy bien sino que al menos a mi me transportas a unos sueños (ojala no lo fueran) imposibles (el del día veinte mas bien fue primario). Tus motivos tendrás y los respeto y ademas, si te soy sincero, me alegro (mis pensamientos cuando esto escribo, son egoístas).
Te puedo asegurar que nuestros cerebros en este preciso momento están conectados. Me habías regalado [bonita palabra, muy usada por aquí (¿me regalas un cigarro?)] con siete comentarios y cuando te hacia durmiendo, gmail me avisa que tengo otro (no lo he leído, pero pongo la mano en el fuego de que es tuyo).
Punto. Me voy a ver mi atardecer/llegada de las sombras.
Lo siento, mi anónima amiga, pero el atardecer en mi bahía, para mi, es un cuasi acto religioso.

Vuelta, ¿e iba…? Si, recuerdo perfectamente que me habías dejado siete comentarios y cuando regreso, son nueve y para nada me he quemado.
Has tenido la santa paciencia de poner comentarios en NUEVE de mis escritos y vete a saber los que has leído sin que lo merezcan. Alucino e investigo un poco: El primero lo pusiste a las a las 11:07 (hora tuya) y el ultimo a las 00:38 de tu día siguiente (por la magia del tiempo/espacio yo aun estoy en tu día de ayer).
Que quieres que te diga, pero pienso, y deseo, que antes de irte a la cama hubieras vuelto a mirarte en el espejo y daría algo por saber, caso de que así hubiera sido, que es lo que hubieras pensado esta vez.
Tiene que ser por una causa, digamos, de fuerza mayor la que me haga volver a leer lo que un día escribí, pero hoy quería saber que es lo que te había llamado la atención de ellos, así que he vuelto a hacerlo. Para mi nada en especial, en poco o en nada ha cambiado mi forma de ver el mundo; quizás ver que aun estaba imbuido en esa maldita enfermedad que es la depresión y que bien por mi tesón [me has hecho recordar mis baños en la piscina mientras los charcos estaban helados (mensaje subliminal para los que en ella estén inmersos)] o porque las dichosas neuronas tuvieron a bien cortocircuitarse, salí de ella.
Gracias de nuevo

Y otrosí digo: No, no temo salir mi ascetismo, todo lo contrario, lo necesito, y son varias las veces que lo he escrito últimamente.


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A raíz de la muerte de mi madre


Mi agradecimiento a todas aquellas personas que a raíz de la muerte de mi madre y por diferentes medios han tenido la amabilidad de dirigirse a mi.

¡Gracias a todos!

Son varias las que se me han quejado de no asistir al sepelio por no haber tenido noticias de su fallecimiento, añadiendo que solo lo supieron por este blog. Vaya mi repulsa para aquellas que negaron esta información incluso a familiares muy directos. Sus mezquinos motivos tendrán.

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Con el viento de proa y rumbo por descubrir


La ley de Murphy es implacable: Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, las que causen más perjuicios serán las que vayan peor.
Que necesito a alguien a mi lado lo doy por asumido y que ese alguien no esta entre mis amigos también es seguro; ¡vamos..!, que no me veo conviviendo con mi amigo/enemigo/coñazo de Javier, pero desde que estoy en este país mi experiencia con las mujeres ha sido mala por no decir nefasta. Vientos del otro mundo me trajeron aire fresco y puse grandes esperanzas en una española (aun conservo un halito, aun a sabiendas de que el muro se empezó a construir y mi experiencia me dice que cuesta verdadero trabajo deshacer lo hecho). Estaba sinceramente convencido de que ambos nos necesitábamos, pero lo imprevisto ocurrió, algo verdaderamente fatal, de lo cual ella se considera culpable y por ende, en su subconsciente, no solo también me considera a mi, sino incluso a Costa Rica. Ella se encerró en ese círculo y solo ella puede salir de él (tengo verdadera fe en que así sea).
Con diferencia esto es lo que más me había afectado, pero repito, la ley de Murphy es implacable y mi hija me dice que tengo que pagar algo que me reclamaba Hacienda mas la multa correspondiente por no haberlo hecho en su fecha. No, no se trata de un euro ni de dos, no salía de mi asombro al ver la cantidad que me reclaman. Estaba en plena depresión, me habían dado como consecuencia de la misma la incapacidad absoluta para todo tipo de trabajo y voces me llegaban de que en tales circunstancias no tenia necesidad de declarar. También es verdad que en la situación en que me encontraba me importaba todo un cojón, pero en un momento de lucidez llame a esa institución sacaperras (nada tendría contra ella si las aportaciones fueran justas) y a la típica señorita/señora le formule mi caso.
Espere un momento que lo consulto con un inspector. Tras un tiempo que me pareció eterno, su contestación: No, no tiene que hacer declaración. Así de escueto, ninguna aclaración mas. Estas conversaciones no se graban, así que a joderse tocan. Ni sabia que la empresa en que trabajaba nos tenía hecho un seguro, plan de pensiones o como coño se llame, y me ingresaron una cantidad de la cual ahora se llevan la quinta parte. Juro por todos los dioses que nada me importaría hubiese ido a algún necesitado/a, pero solo de pensar que sirva para costearle un viaje de avión a mi presidente para ver a su equipo favorito, o para que mi rey este regateando en Palma de Mallorca en su Bribón (si mal no recuerdo así se llamaba el velerito, que por supuesto no es suyo; ¡hasta ahí podíamos llegar!), se me revuelve el estomago. Uf, es de verdad.
Súmale esta a la anterior y el viento de proa ya es huracanado, pero no, no acaban aquí mis penurias un puñetero microchip, ha dejado fuera de combate a mi vieja máquina digital, la que siempre he llevado en mi bolsillo desde que llegue al nuevo mundo, la que tantas imágenes ha colgado en este blog. He hecho varios intentos de ponerla en funcionamiento y algo en conseguido, saca fotos en forma de paisaje, pero ni se ve el visor de imágenes ni el menú, por lo que no tengo posibilidad de variaciones de ningún tipo. Vieja amiga ¡Caíste!
Cuando esto escribo estoy sin internet y conociendo donde me desenvuelvo y habiendo dado el reporte (aviso de averías), con algo de suerte en dos o tres días me lo solucionaran. No es esta la primera vez que me ocurre. Cable colgando que atraviesa la carretera, camión con carga en galumba (no busques en el diccionario, tiene una significación de altura) y adiós cable. ¿No querías dejar la civilización?..Pues ¡Jodete!


Sumaría que han vuelto a dejar cojo al perrillo que se me ha encariñado (cuantas patadas ha recibido en la misma pata, el pobre, son incontables), que sigo sin saber nada de mi residencia, por lo que supongo estoy mas ilegal que al menos la marihuana, que sigo sin documentación del carro, que sigue sin llover a pesar de esta en plena época de lluvias y no se cuantas mas, mi estado de ánimos para nada es bueno.
Ya ayer me dije: si la mar esta de proa, a toda maquina y a aguantar los pantocazos, y mira por donde estaba en mi mesa de la playa y viene a saludarme mi amiga Marisol. Ni se como acabamos cenando en una soda que ha abierto el único gringo con el que hablo y lo digo literalmente puesto que solo él, que yo sepa, se ha rebajado a aprender español. Ambiente de luz roja, velita en la mesa y música suave, algo completamente inusual por estos lares, pero no, la cosa no acabo como seria en la película, a las diez de la noche, le decía: Marisol, mañana tu tienes que levantarte muy temprano, así que debías irte. Posiblemente pensó que era gilipollas, pero me hizo caso y se fue. No estaba el horno para bollos.
Si no puedo presentarle cara a la mar, al menos me evadiré. Hoy sigo leyendo La carta esférica, pero estoy hasta las narices de tanta longitud y de tanta latitud, del meridiano de Cádiz y del San Fernando. Siempre di por supuesto que Pérez Reverte, al que admiro como escritor, es un marino frustrado y con la lectura de este libro lo confirmo.
Ordenar imágenes. Mejor lo dejo, puedo hacer un daño irreparable.
Historial del carro. Cambio de llantas (neumáticos), consumo de gasolina, reparaciones y más gabelas. ¡Malditas obligaciones!; era bastante mas feliz cuando hacia mis recorridos en los autobuses con todos los asientos ocupados, bien aferrado a la barra del techo para que la fuerza centrifuga no me tirara en las curvas. ¿Cuántas veces fui en estas condiciones a Paquera? ¿Cuántas a Cóbano? La verdad, las extraño.
Hacia tiempo que no sentía ansiedad y hoy la tenía bien alta, me acorde de mi Rafael Navarro, y me dije: ¡de sufrirla nada!, así que he recurrido a mi Trankimazín bajo la lengua, ducha y a mi mesa a contemplar mi atardecer. Hecho de menos el peso de la maquina en el bolsillo. El perrillo, aunque cojo, me acompaña.
Pasa mi amigo Andrés y me pide un cigarro, le pregunto que cuando va a llover y me dice que el día quince que ya han pasado las canículas. Llega Javier y me hecha una filosofada, me extraña que cargue su bolsa y continué camino no sin antes advertirme que me iba a mojar si continuaba allí, como así fue. Por fin me llueve. Buenas vibraciones.
Me viene a la cabeza mi amiga Myriam: José Manuel, aunque parezca una incongruencia, cuando estoy en una de mis crisis de pánico [me hablaba de su depresión (ella sentía pánico mientras que yo era dolor del alma)], en mi interior estoy contenta, porque se que después me vendrá el bienestar. Ley del péndulo y después de la tempestad viene la calma, pero yo esta vez no espero precisamente la calma, espero mucho mas.
Venia bastante calado y por el camino me dicen que en casa de Luis está Mónica (la verdad es que se me apetece, después de tanto tiempo, tener un rato de charla con ella) y va a ir con Rodolfo, marica él, al karaoke. Pienso en ir a verla, pero no quiero se repita la experiencia de anoche.
Llueve y truena. Las ranas comenzaron su orquesta./div>

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A riaz de la muerte de mi madre


En su día hice una entrada en este blog al que titule Atardeceres en mi bahía. Si fue esta la causa por la que me llego esta historia, vendita sea. Si es otra, bienvenida.
Sé que es otra.
Ese deleite tuyo con los atardeceres me recuerda mucho a una época en que, sin compromisos ni obligaciones (o con la única obligación de estudiar) pasé en Grecia, al sur del Peloponeso, con una organización dedicada a proteger a la tortuga boba.
Vivíamos en la playa, cada uno en su tienda y con un chamizo que hacía las veces de "cocina" o "sala de estar". Yo fui la última en llegar esa temporada, así que no quedaba prácticamente nadie, los huevos ya habían sido puestos y los nidos, en su mayoría, estaban ya inventariados, así que mi tarea era vigilar las protecciones contra depredadores de los mismos, hacer guardia en los que habían sido puestos en zonas "delicadas", esto es, cerca de alguna población, foco de luz, etc. y, cuando eclosionaban, hacer un recuento de los huevos y su estado. Pues bien, durante ese viaje, lleno de aventuras* y vicisitudes por otra parte, estuve un mes y medio, prácticamente sola, en esa playa. No era tan paradisíaca como deben ser las de Costa Rica, pero para mí eran lo más cercano al paraíso. Hice muchas guardias nocturnas en los nidos que estaban "a punto", pero tardé en conseguir ver a una de ellas. El regalo vino en forma de paseo matutino, sin ninguna tarea asignada, cuando en uno de los nidos habían eclosionado los huevos la noche anterior, se podían ver perfectamente las huellas de las crías en dirección al mar y pensé, otra vez me lo he perdido pero, de repente, pude ver a una de ellas, del revés, sin poder voltearse para iniciar su camino a la vida. Me tomé la libertad de ha
Hacer cer de Dios en ese momento, y le di la vuelta; me desnudé, y la acompañé en esos primeros pasos hacia su existencia. Fue un momento ciertamente hermoso que nunca olvidaré. Tampoco suelo compartirlo con la gente pero, de alguna manera, has sido tú el que ahora me transportó a mí a ese momento de mi vida.
Prometí volver, pero en la época de puesta, y poder disfrutar de la maravilla que tiene que ser contemplar a las madres, tan pesadas, tan despacio, hacer su tarea. No lo hice, no sé si lo haré, pero desde luego, es algo que no he olvidado.
Pues bien, durante ese viaje, recuerdo los momentos en que me sentaba sola frente al mar. Mi mente a veces viajaba, pero otras, se quedaba estática, inmersa en ese escenario donde me sentía yo misma más que nunca. Una especie de comunión pseudomística con los elementos, con la naturaleza, con la VIDA. No sé por qué, pero no suelo volver con mi mente a esa experiencia que viví, o si lo hago, por las circunstancias (como una conversación que allí me lleve) suele ser de una manera muy superficial, pero hoy, con las fotos de tu atardecer, he vuelto a revivir todo ello. Recuerdo también que, al principio, me costaba mucho dormir con el ruido de las olas, y también lo que me costó, a la vuelta, poder conciliar el sueño sin oirlas.
Me gusta haberlo recordado...
Y yo de habértelo hecho recordar.
 Cuando escribiste esta palabra, intuyo te supo a gloria