Viaje a La Esperanza. Del fresco de carambola a la preciosa martilla

German (sin acento en la a) es nuevo por aquí. La que primero persona de este pueblo con la que habló fue conmigo. El se sentaba en solitario en una mesa junto a la mía. Rompí el hielo y entablé conversación con él. Desde entonces es asiduo a la tertulia. Nada que ver con el resto de los tertulianos.
Sustituyó a Henry como vigilante nocturno en el hotel (es curioso lo que le exigen a estos para portar un arma y con la facilidad que la llevan todos los chorizos de los barrios marginales de San José y de Puntarenas, por citar las ciudades en las que tengo la seguridad de que esto ocurre) y no teniendo ningún tipo de vehiculo y su casa en La Esperanza, duerme en Cóbano, llega en el último bus, antes de las seis, y hasta la hora de entrada a su trabajo, las ocho, se ha hecho asiduo de los atardeceres.
¿Qué voy a hacer todo este tiempo cuando se vayan a España? Se pregunta y me pregunta. No estaría bien visto e incluso peligraría su puesto trabajo en caso que siguiera reuniéndose con el resto de los cabezas locas, sin estar nosotros.
Tenía mucho interés, en su día de descanso, llevarnos a su casa para presentarnos a su mujer y a sus hijos.
Ha tocado hoy.
Parece que el invierno se esta adelantando. Lleva unos días de fuertes lluvias, de las cuales me he alegrado bastante, no solo porque me gustan, sino porque María va a conocer la otra Costa Rica, la verde, pero sobre todo que viera como estallaba ese color con las primeras aguas. No estará aquí cuando la gama de verdes sea algo digno de llevar a un cuadro, pero volveremos cuando este en pleno esplendor.
Dejamos la carretera de Cóbano y nos metemos por un camino de tierra. Ni todoterreno ni leches, todo el camino en segunda y muchos tramos en primera para sortear las pequeñas torrenteras que ha abierto en el mismo el agua de los últimos días.
Merece la pena.

Pronto llegamos a la primera torrentera afluente del río Pánica. Atrás queda la sequedad de los últimos meses. Ya fluye el agua en abundancia.

Antes de llegar a lo que para mí es selva virgen, pasamos por un sembrado de tecas y otro de mangos.

Llegada a la segunda torrentera y vemos a un todoterreno que la atraviesa; creo que muy pronto no habrá vehiculo que pueda hacerlo.
Un par de desvíos a la izquierda y el camino empeora, se ven casas aisladas y por fin llegamos a la de German. Naturaleza en estado salvaje. Hace solo dos años que disponen de electricidad.
Le habíamos advertido que no hubiera ningún recibimiento especial, pero inútil. Lo primero que observo es que la vestimenta de mujer, suegra y abuela es la de los actos especiales.

Casa de madera y al entrar me llama la atención en especial la cocina. Hornilla de leña y cantidad de ollas colgadas de la pared. Con posterioridad me entero que cuando tienen visita esas ollas las limpian hasta que relucen como la plata.
Nos sentamos en el porche, hablamos, y no es mucho el tiempo en que veo que la mesa se va llenado de platos.



La suegra de German antes de sentarnos a comer, prepara una olla de comida para las gallinas y me asombra que estando totalmente desperdigadas entre la maleza acudan como si de toque de corneta se tratara. Pregunto por el gallinero que también me asombra y me dicen que al atardecer todas suben por el palo pero que ellos tienen que tener cuidado de retirárselo cuando lo han hecho todas, porque si no por él también lo harían los zorros (nada que ver con los de España). También que todas ponen en un nido que para ello les preparan al efecto.
De la comida lo que más me gusta es el fresco.
¿De que esta hecho?
De carambola, pero también los hacemos de tamarindo.







Salen a relucir la miel de marañón o el cuadrado frito.
De cualquier fruta que hablábamos German se retiraba un poco y traía una. No se como salio la leche de coco y va a por uno.



Me llama para que vea lo que según él era un zorro y que la suegra lo desmiente diciendo que es una martilla. No se asusta cuando la fotografío, es mas le empujan con un palo para que aparezca entera en la imagen.

Terminamos de comer e íbamos a sentarnos en una especie de plaza que quedaba entre un circulo de árboles enormes, pero que el ramaje se unía impidiendo ver el cielo en el centro de la misma.
Comienzan a caer unos goterones y conociendo lo suficiente este país y sabiendo que lo que continuaría seria lluvia torrencial, digo de irnos. No me veía pasando por los caminos por los que habíamos venido, con el agua a mares por mucho cuatro por cuatro que lleváramos.
German se queja de que no vamos a conocer a sus hijos que aun estaban en la escuela.

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Principio de un nuevo mundo

Padecí un cuadro ansioso/depresivo que tenía completamente olvidado, pero una serie de circunstancias se han ido encadenando de forma tal que no sería sincero si negara que he echado de menos mi Trankimazin.
En un Airbus Industrie A340, anunciaban la llegada de una nube que en su día fue negra y la esperaba, si no de colores, blanca o como mínimo gris.
La compañía de ferrys de Puntarenas a Paquera ya hace meses que venía avisando del mal estado de la rampa de subida de vehículos de Paquera. El aviso se convirtió en negativa de subir vehículos pesados, pasado un tiempo, de vehículos ligeros, hasta que dejo amarradas las embarcaciones. El MOPT, decía que tenía una nueva rampa preparada para colocar, pero que no tenía grúa para hacerlo. Vehículos dando la vuelta por Playa Naranjo. Acumulación de ellos y por tanto grandes esperas.
Me veía dándole la vuelta al Golfo de Nicoya, cosa que no me hacía gracia después de mi viaje a la ciudad del mismo nombre.
Alerta en Google y me aparece la primera sobre el tema. Se solucionará para cuando llegue mi pájaro volador. Aparece la segunda . Voy bien, el lunes todo esta arreglado, así que saliendo a las once tengo tiempo suficiente.
Tertulia del domingo por la noche: Alguien dice que uno de los ferrys esta averiado. Llamadas a diestro y siniestro hasta que me confirman tal extremo.

El lunes, día D, salida de mi pueblo antes de las ocho, con media hora de viaje hasta el terminal para tener cabida en la embarcación superviviente que salía a las once.
Llegada al Juan Santamaría, y donde tenia que decir que la llegada del avión era a las quince horas, anuncia a las dieciséis cuarenta. Pienso en atentado terrorista y más catástrofes posibles.
Por fin llegada a las diez y seis (no sé de donde se habían sacado los cuarenta).

No quiero equivocarme, pero la sensación que tengo es que la nube negra venia con unos bonitos colores.
Ni con mucho acabaron aquí las calamidades: Nos equivocamos de carretera al recoger a una persona, dificultades de embarque en el último ferry que salía para Paquera, con lo que podríamos haber hecho noche en Puntarenas.

Al día siguiente las nubes impidieron ver salir la luna llena en toda su plenitud, malentendidos con la muchacha que me había hecho la comida hasta entonces, y cabronada que me gasta alguien del que no podía esperar otra cosa y al que en su momento pondré firme.
Si a lo anterior, le sumo problemas con mi banco, desaparición de unos ingresos y acabo de una puñetera vez, recurro a la Ley de Murphy, la modifico a mi gusto para que defina la sensación que he tenido los últimos días, y la dejo como sigue: Si hay posibilidades de que varias cosas vayan mal, espontáneamente aparecerá otra.

Mientras pasan cosas.



Ha llegado la semana santa, y nunca había visto el camping tan lleno, lo que me hace pensar que jamás entenderé a este país. Donde parecía que la crisis lo había sumido en un profundo sopor, despierta fulgurante a pesar de los problemas de comunicaciones, cosa que tampoco me ha hecho mucha gracia por una tontada como que encontrar mesa en la playa era casi imposible.


Entre col y col lechuga y he contemplado una especie de procesión de semana santa que no había visto en los años anteriores. En varias casas del pueblo habían preparado una mesa vestida de blanco con un jarrón con flores en la que paraba la comitiva y acompañados de una guitarra cantaban una especie de rezos. Al parecer eran los vía crucis si mal no recuerdo me dijeron.



Muy cerca de mi casa hay una cría de iguanas. Dentro de ella he visto a dos pequeñas preciosas.

También ha florecido el que tengo de vecino.

La nube continúa de colores aunque en la distancia, y en algunos momentos de morriña se le ven tonalidades grises.

Detalle curioso: los zancudos no respetan ni a las nubes.
Yo entre la Ley de Murphy, y mis nubes ando descontrolado, pero recurro al no hay mal que cien años dure…
Espero que mi nube y yo vayamos cogiendo nuestro ritmo, que por supuesto va a ser algo maravilloso.

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Obtener residencia en Costa Rica II. Ya tengo la cedula de resident



En su día escribí sobre las penalidades que pasé para obtener la residencia en el país que me encuentro (en otros escritos también hice mención a diferentes pasajes de la historia). Si mal no recuerdo acabe diciendo que mis documentos habían desaparecido en Migración y que gracias al escándalo que formé, hice, digamos, amistad con un jefe de este organismo que me tuvo al tanto de las incidencias que sobre los mismos ocurrieron hasta su aparición. Una vez que esto ocurrió, había un paso que sin lugar a dudas tenia que dar yo, gestión en la policía para la toma de huellas dactilares y demás datos sobre mi persona, y otra serie que me harían pasar un tiempo en San José para pasarlos por un ministerio. Esto ultimo no me hacia puñetera gracia, así que aconsejado por una buena amiga me dirigí a un fulano que según ella era de confianza y me evitaría colas, hoteles, búsqueda de timbres y demás zarandajas de la burocracia (ley del minimo esfuerzo). Craso error. Lo que hubiera estado resuelto en Junio, se ha prolongado hasta ahora y podía haberme costado la invalidación de todos los documentos conseguidos con tanto esfuerzo hasta ese momento, puesto que al sacarlos le daban diez días hábiles para su resolución y los entrego hace aproximadamente un mes, cosa que no ha ocurrido gracias a los oficios del funcionario que tanto me ha ayudado (sabiendo de mis contratiempos, mantuvo el mamotreto en activo).
Ya tengo mi residencia. En los anteriores escritos en los que hablo sobre la misma, advierto sobre la corrupción, sobre los abogados/notarios que te estafan de forma descarada pero la cosa es grave y al menos quiero dejar al descubierto al que me ha retenido los papeles por estos meses.
Mi amiga lo conocía por que le estaba gestionando la residencia a un amigo suyo holandés, al que hizo casarse con una tica (hay mujeres que se dedican a esto a cambio de cobrar unas buenas cantidades) para acelerar el proceso. No solo no lo ha acelerado, sino que después de ocho años sigue sin tener la residencia y cada tres meses tienen que salir del país para mantener la visa en regla. Estoy seguro que ninguno de los documentos que en su día hizo son validos en la actualidad, pero sin embargo cada equis tiempo tiene que llegarse a San José, hablar con este estafador, firmarle algún documento que para nada sirve y pagarle unos honorarios. Tiene tanta labia que no solo lo tiene engañado, sino que para nada les interesa obtengan la residencia puesto que se le acabaría la gallina de los huevos de oro. ¿A cuantos tienen engañados? ¿Cuántos estafadores de este tipo existen? Es un negocio inmoral montado alrededor de los inmigrantes. A mi me la sudaba el que me dieran la residencia o no, puesto que nada me ata a esta parte del mundo, pero cuantos nicas que han abandonado todo, caen en estas redes y jamás conseguirán establecerse en Costa Rica.

Bien el mío se llama Fernando Oreamuno, y la imagen, aunque no buena es la del personaje de arriba.


Por qué no lo denuncias, me puede preguntar alguien. Es la misma pregunta que yo hice en Migración. Lo hacemos y encima ellos nos ganan los casos, me dijeron. Si la ley esta mal, se cambia, pero lo que no se puede consentir es que conseguir la residencia sea una odisea y encima el sustento de una serie de sinvergüenzas que viven de las desgracias del prójimo. Como siempre la solución final en manos de los políticos.
Puede que en mis anteriores escritos haya echado demasiada leña en los pasos a dar dentro de la Dirección General de Migración y Extranjería, cosa que al menos en mi caso ha sido compensado con los buenos oficios de Steven Badilla (no quiero equivocarme si digo que en la actualidad ocupa el cargo de Director General de Extranjería), que desde el primer momento que supo de mi caso se ha preocupado especialmente por mi. También puede que gracias a que en Nicaragua gobierna el retrasado mental de Daniel Ortega, la avalancha migratoria desde el vecino país hacia este sea insostenible, pero algo deberían hacer los políticos para poner un poco de orden en el caos que se ha convertido obtener la residencia.
Si especialmente me alegro de haberla obtenido, es porque los gringos que tengo mas cercanos a mi, se reían cuando sabían de mis problemas, puesto que ellos no hacen nada para obtenerla. Cada tres meses, en su gran mayoría, se dirigen a la frontera con Nicaragua, pagan el impuesto corrupcionario, y se vuelven sin estar los tres días preceptivos fuera del país. Otros inflan más el pecho diciéndome que ellos ni siquiera van a la frontera con Nicaragua, sino que se acercan a San José y pagando un impuesto mayor, tramite resuelto. Pues a joderse tocan, yo, ni he pagado ni pagaré, corrupción que alimente a estos desalmados, y encima no tengo que hacer ningún desplazamiento innecesario.

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La peligrosa locura de Javier el loco

¿Le mordería a Javier?

Es curioso que de un personaje como Javier, al que tanto he mencionado desde que me encuentro en este pueblo (fue con la primera persona que hablé cuando en él decidí asentarme), no sepa aun su historia, y digo que es
curioso porque de la mayoría de sus habitantes la sé, pero en su caso, hay lagunas que me impiden cerrar el circulo.
La crisis y sus locuras, han hecho que se encuentre sumergido en un pozo del que veo muy difícil que salga.
La historia que me contó, de que su mujer tuvo que llevarse a su hijo para que lo curaran en Guatemala, de donde es natural ella, no me parecía verosímil, pero si sabia de los envíos de dinero que le hacia y casi siempre con el mismo pretexto, la enfermedad de su hijo (mas de una vez hablé con ella). Tuvo que hipotecar la casa en una cantidad que difícilmente podrá recuperar.
Pasa el tiempo y lo de la enfermedad no era muy creíble, por lo que los envíos de dinero, ya eran para comprarle zapatos, uniformes para la escuela, y por que no, otra enfermedad nueva del niño o de la mujer.
Desde que lo conozco, sus ingresos por la venta de abalorios en el hotel, solo tenían dos posibles caminos, los gastos fijos [hipoteca, teléfono (no le puede faltar porque casi todos los días tiene que hablar con sus seres queridos) electricidad, agua y patente (permiso para la venta), y no menciono comida porque nadie se explica de que se alimenta] y envíos a Guatemala. Llega la crisis y sus ventas, y por tanto sus ingresos, disminuyen. Los envíos a Guatemala no los perdona, por lo que va dejando de pagar los gastos fijos. Cortes de luz, avisos de que o paga la hipoteca o lo embargan, se recupera, pasa el punto álgido del turismo en este país, y llega la cuesta abajo.
Lo que tenia que pasar pasó. Javier de nunca ha estado bien visto en el hotel, y periódicamente tratan de hacerle la vida imposible. La policía lo encuentra sin los pagos de la patente y por tanto sin validez, por lo que lo echan. Podía haberla pagado; Cartago que dormía en su casa (seria otra historia), le da el dinero suficiente para hacerlo, pero el tiene que mandar a la maldita Guatemala; no lo duda y hace esto último. Sigue sin poder vender y sin dinero. Su mente no para de darle vueltas y se le ocurre que en Atenas, su ciudad natal, su padre quería sembrar unos plátanos (que no bananos) y allí se dirige. En Costa Rica no hay hijos para padres, ni padres para hijos, por lo que no le perdona a su progenitor el esfuerzo de su trabajo.
De esta paga la patente, me digo. Me equivoqué garrafalmente. Pudo más Guatemala.
Hace intentos de ir al hotel, pero lo han calado. Nuevamente la policía lo manda al carajo y esta vez con cajas destempladas.
No tiene salida, me sigo diciendo. Para colmo Cartago, que ha vuelto a su antigua trabajo con un gringo, abandona la casa, por lo que su único ingreso también lo abandona (Cartago por aguantar, hasta le había pagado la electricidad y el agua de las que hubiera carecido tambien él).
A estas alturas no se ni de que come.
La locura de Javier va en aumento, incluso creo se esta volviendo peligroso, al menos para si mismo (baila delante de la gente para llamar la atención).
No soy el único del lugar que esta observando a Javier, por lo que se van comentando cosas. Las escucho y ato cabos. Creo que la historia de la enfermedad del hijo por la que se fue María (india maya), no es cierta. María no podía soportar a Javier. No la dejaba que se mezclara con la gente, incluso la compra en el Súper, la hacia él. Son mas las cosas que me cuentan de por qué María no sufría a Javier.
María jamás volverá con Javier.
Hay un hecho evidente, últimamente para nada menciona la enfermedad de su hijo, motivo por la que según él lo dejo.
Con Javier no se puede hablar de este tema. Es tabú.
Dos cosas me tienen intrigado: la primera es el por qué Javier tiene entre todas sus prioridades mandar ese dinero y la segunda el por qué María a sabiendas de que no va a volver, sigue sacándole hasta la cerilla de los oídos.
De la primera creo saber la razón: Javier espera que de esta forma alguna vez vuelvan su hijo y su mujer. Otro dato curioso del que me he enterado en estos días es que Javier no puede ir a Guatemala por carecer de pasaporte (Costa Rica es el único país de Centroamérica que no permite la libre circulación de personas) y él no se lo quiere sacar no se por que extraña locura (otra mas). De la segunda, no quiero creer que lo crematístico sea el único motivo.
A Javier el único recurso que le queda soy yo, los dos lo sabemos, pero aplicando la teoría de mi amiga Helena con los drogadictos, de que hay que dejarlos que se hundan del todo antes de ayudarles, no lo he hecho, aunque no se las consecuencias que puede tener para uno o para otro. Últimamente sus locuras se escapan de las que en él serian normales, y esta noche lo he visto, si no agresivo, si diciendo estupideces que no venían a cuento.
Continuaré.

El no haber escrito antes, no es ni por falta de temas, valga como ejemplo el cómo he sido meado por un mono congo y los motivos por los que el mono me meó, ni por ganas de hacerlo, sino porque mi nube, ya casi de colores, me tiene en otra.

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Regreso a un nuevo mundo, no sin ciertas dificultades


Padecí un cuadro ansioso/depresivo que tenía completamente olvidado, pero una serie de circunstancias se han ido encadenando de forma tal que no seria sincero si negara que he echado de menos mi Trankimazin.
En un Airbus Industrie A340, anunciaban la llegada de una nube que en su día fue negra y la esperaba, si no de colores, blanca o como mínimo gris.
La compañía de ferrys de Puntarenas a Paquera ya hace meses que venía avisando del mal estado de la rampa de subida de vehículos de Paquera. El aviso se convirtió en negativa de subir vehículos pesados, pasado un tiempo, de vehículos ligeros, hasta que dejo amarradas las embarcaciones. El MOPT, decía que tenía una nueva rampa preparada para colocar, pero que no tenía grúa para hacerlo. Vehículos dando la vuelta por Playa Naranjo. Acumulación de ellos y por tanto grandes esperas.
Me veía dándole la vuelta al Golfo de Nicoya, cosa que no me hacia gracia después de mi viaje a la ciudad del mismo nombre.
Alerta en Google y me aparece la primera noticia sobre el tema. Se solucionará para cuando llegue mi pájaro volador. Aparece la segunda alerta. Voy bien, el lunes todo esta arreglado, así que saliendo a las once tengo tiempo suficiente.
Tertulia del domingo por la noche: Alguien dice que uno de los ferrys esta averiado. Llamadas a diestro y siniestro hasta que me confirman tal extremo.


El lunes, día D, salida de mi pueblo antes de las ocho, con media hora de viaje hasta el terminal para tener cabida en la embarcación superviviente que salía a las once.
Llegada al Juan Santamaría, y donde tenia que decir que la llegada del avión era a las quince horas, anuncia a las dieciséis cuarenta. Pienso en atentado terrorista y más catástrofes posibles.
Por fin llegada a las diez y seis (no se de donde se habían sacado los cuarenta).


No quiero equivocarme, pero la sensación que tengo es que la nube negra venia con unos bonitos colores.
Ni con mucho acabaron aquí las calamidades: Nos equivocamos de carretera al recoger a una persona, dificultades de embarque en el último ferry que salía para Paquera, con lo que podríamos haber hecho noche en Puntarenas.

Al día siguiente las nubes impidieron ver salir la luna llena en toda su plenitud, malentendidos con la muchacha que me había hecho la comida hasta entonces, y cabronada que me gasta alguien del que no podía esperar otra cosa y al que en su momento pondré firme.
Si a lo anterior, le sumo problemas con mi banco, desaparición de unos ingresos y acabo de una puñetera vez, recurro a la Ley de Murphy, la modifico a mi gusto para que defina la sensación que he tenido los últimos días, y la dejo como sigue: Si hay posibilidades de que varias cosas vayan mal, espontáneamente aparecerá otra.


Mientras pasan cosas.


Ha llegado la semana santa, y nunca había visto el camping tan lleno, lo que me hace pensar que jamás entenderé a este país. Donde parecía que la crisis lo había sumido en un profundo sopor, despierta fulgurante a pesar de los problemas de comunicaciones, cosa que tampoco me ha hecho mucha gracia por una tontada como que encontrar mesa en la playa era casi imposible.


Entre col y col lechuga y he contemplado una especie de procesión de semana santa que no había visto en los años anteriores. En varias casas del pueblo habían preparado una mesa vestida de blanco con un jarrón con flores en la que paraba la comitiva y acompañados de una guitarra cantaban una especie de rezos. Al parecer eran los vía crucis si mal no recuerdo me dijeron.



Muy cerca de mi casa hay una cría de iguanas. Dentro de ella he visto a dos pequeñas preciosas.

También ha florecido el malinche que tengo de vecino.


La nube continúa de colores aunque en la distancia, y en algunos momentos de morriña se le ven tonalidades grises.

Detalle curioso: los zancudos no respetan ni a las nubes.
Yo entre la Ley de Murphy, y mis nubes ando descontrolado, pero recurro al no hay mal que cien años dure…
Espero que mi nube y yo vayamos cogiendo nuestro ritmo, que por supuesto va a ser algo maravilloso.

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Regreso a un nuevo mundo, no sin ciertas dificultades


Padecí un cuadro ansioso/depresivo que tenía completamente olvidado, pero una serie de circunstancias se han ido encadenando de forma tal que no seria sincero si negara que he echado de menos mi Trankimazin.
En un Airbus Industrie A340, anunciaban la llegada de una nube que en su día fue negra y la esperaba, si no de colores, blanca o como mínimo gris.
La compañía de ferrys de Puntarenas a Paquera ya hace meses que venía avisando del mal estado de la rampa de subida de vehículos de Paquera. El aviso se convirtió en negativa de subir vehículos pesados, pasado un tiempo, de vehículos ligeros, hasta que dejo amarradas las embarcaciones. El MOPT, decía que tenía una nueva rampa preparada para colocar, pero que no tenía grúa para hacerlo. Vehículos dando la vuelta por Playa Naranjo. Acumulación de ellos y por tanto grandes esperas.
Me veía dándole la vuelta al Golfo de Nicoya, cosa que no me hacia gracia después de mi viaje a la ciudad del mismo nombre.
Alerta en Google y me aparece la primera noticia sobre el tema. Se solucionará para cuando llegue mi pájaro volador. Aparece la segunda alerta. Voy bien, el lunes todo esta arreglado, así que saliendo a las once tengo tiempo suficiente.
Tertulia del domingo por la noche: Alguien dice que uno de los ferrys esta averiado. Llamadas a diestro y siniestro hasta que me confirman tal extremo.

El lunes, día D, salida de mi pueblo antes de las ocho, con media hora de viaje hasta el terminal para tener cabida en la embarcación superviviente que salía a las once.
Llegada al Juan Santamaría, y donde tenia que decir que la llegada del avión era a las quince horas, anuncia a las dieciséis cuarenta. Pienso en atentado terrorista y más catástrofes posibles.
Por fin llegada a las diez y seis (no se de donde se habían sacado los cuarenta).

No quiero equivocarme, pero la sensación que tengo es que la nube negra venia con unos bonitos colores.
Ni con mucho acabaron aquí las calamidades: Nos equivocamos de carretera al recoger a una persona, dificultades de embarque en el último ferry que salía para Paquera, con lo que podríamos haber hecho noche en Puntarenas.



Al día siguiente las nubes impidieron ver salir la luna llena en toda su plenitud, malentendidos con la muchacha que me había hecho la comida hasta entonces, y cabronada que me gasta alguien del que no podía esperar otra cosa y al que en su momento pondré firme.
Si a lo anterior, le sumo problemas con mi banco, desaparición de unos ingresos y acabo de una puñetera vez, recurro a la Ley de Murphy, la modifico a mi gusto para que defina la sensación que he tenido los últimos días, y la dejo como sigue: Si hay posibilidades de que varias cosas vayan mal, espontáneamente aparecerá otra.


Mientras pasan cosas.



Ha llegado la semana santa, y nunca había visto el camping tan lleno, lo que me hace pensar que jamás entenderé a este país. Donde parecía que la crisis lo había sumido en un profundo sopor, despierta fulgurante a pesar de los problemas de comunicaciones, cosa que tampoco me ha hecho mucha gracia por una tontada como que encontrar mesa en la playa era casi imposible.


Entre col y col lechuga y he contemplado una especie de procesión de semana santa que no había visto en los años anteriores. En varias casas del pueblo habían preparado una mesa vestida de blanco con un jarrón con flores en la que paraba la comitiva y acompañados de una guitarra cantaban una especie de rezos. Al parecer eran los vía crucis si mal no recuerdo me dijeron.



Muy cerca de mi casa hay una cría de iguanas. Dentro de ella he visto a dos pequeñas preciosas.

También ha florecido el malinche que tengo de vecino.

La nube continúa de colores aunque en la distancia, y en algunos momentos de morriña se le ven tonalidades grises.

Detalle curioso: los zancudos no respetan ni a las nubes.
Yo entre la Ley de Murphy, y mis nubes ando descontrolado, pero recurro al no hay mal que cien años dure…
Espero que mi nube y yo vayamos cogiendo nuestro ritmo, que por supuesto va a ser algo maravilloso.

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