Placeres culinarios de los perros


Leo por ahí:
La fuerza de la mandíbula humana es de unos 77 kilos por centímetro cuadrado.
Rottweiler 148,58 kilogramos
Ovejero Alemán 107,81 kilogramos
American Pit Bull 106,46 kilogramos
Perro labrador 68 kilogramos
El mordisco más fuerte, sin embargo, lo consigue el cocodrilo: la fuerza de un cocodrilo de casi 4 metros llamado Hércules se midió en 964 kilogramos.
La verdad es que hay cosas que cuesta creer. Después de ver a Fideo triturar un hueso de vaca (la Penca los tritura con más facilidad), no me imagino a ningún humano capaz de hacerlo igual, sin embargo con estos datos una persona ejercería más presión que un perro labrador.
No sé cómo carallo miden esto. Lo dicho, no me lo creo.

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¿Qué pinto yo en esta vida? y los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren


Esta noche por la causa que sea he dormido inquieto, al girarme, ponía una pierna sobre la bolsa de orina, ya casi llena, ejercía presión sobre ella por lo que la misma retrocedía hacia la vejiga y me dolía. Cuando decido vaciarla, veo que ya son casi las siete, así que lo que hago es levantarme, desayuno y aún no ha amanecido. Leeré, me digo, pero no, sé que aún no estoy preparado. Yo más que leer un libro, lo estudio, o al menos lo leo si veo que puedo sacar alguna conclusión de él. Por la tercera página ya sé si el libro me interesa o no.
Me quedo sentado en la mesa de camilla (que gran invento). Me da por meditar. Se me viene a la cabeza una pregunta y una frase hecha: ¿Qué pinto yo en esta vida?, y los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Dejo la primera porque me parece más complicada (aun no estoy lo suficientemente despierto) e intento pensar en la segunda: Serian las plantas y los animales, entre los incluimos, cosa en la que no estoy de acuerdo. Para mí todo lo que salió de esa partícula con enorme densidad que termino por estallar, y formó lo que llamamos nuestro universo, tiene vida, pero tampoco voy a complicarme, demos por hecho que como ya en su día dijo Aristóteles, son los vegetales y los animales.
Últimamente al despertarme lo primero que veo al asomarme por la ventana son los gorriones, alguna urraca y por supuesto a los perros. Cuando me construí esta casa, por aquí abundaban los lagartos, alacranes, lechuzas y siempre sobrevolaba alguna rapaz, pero estos últimos por la causa que sea, son historia. Dejemos a los álamos, los olivos y otros vegetales. El gorrión siempre me ha parecido un animal curioso; primero habita en los cinco continentes, cosa rara en las demás especies (aparte de la nuestra, claro) y se adapta a cualquier hábitat, desde la ciudad al campo.
Perros y gorriones. ¿En qué piensan? ¿Con que lo pasan bien o mal? ¿Experimentan emociones? Tampoco estoy de acuerdo con lo escrito por ahí sobre estos temas, pero tengo la completa seguridad que nos distinguimos de ellos por el puto cerebro. Estoy convencido que lo hemos desarrollado más que cualquier bicho viviente pasado o actual. ¿Es bueno o malo para nosotros? He pensado mucho sobre esto, y estaría años haciéndolo y no llegaría a ninguna conclusión, entre otras cosas porque depende de tu estado de ánimo cuando te haces la pregunta. A una gacela cualquier depredador, se le come a una cría y la pena le dura cinco minutos, el instinto de supervivencia de ella misma, prioriza y hace que rápidamente oculte sus sentimientos. Esto lo he experimentado yo: Cuando entre en el hospital por la dichosa vejiga, era tal el dolor que sentía al expulsar los coágulos de sangre, que durante los tres o cuatro días que me duraron ni me acorde del mono del tabaco. Podía haber dejado de fumar, puesto que ya lo había pasado.
¿Qué pinto yo en esta vida? No puedo quejarme de lo vivido hasta ahora, viví una niñez feliz, tuve la primera bicicleta entre mis amigos, fui el único de ellos que estudió (sus padres en aquella época no se podían permitir esos lujos). Estuve navegando unos diez años, llegué a ser Jefe de Máquinas con veinticinco años, cuando lo normal era llegar a ese puesto con cincuenta, recorrí mucho mundo, conocí otras culturas, otros idiomas y sobre todo me di cuenta de que la mayoría de las cosas que me habían hecho creer hasta aquel momento eran mentira. La historia no era como me la habían contado (leí libros que en España estaban prohibidos), existían otras formas de gobierno, había más ricos que nosotros, y también sea dicho, mucha miseria por esos mundos.
Deje de navegar y los otros dos puestos que ocupe en tierra fueron de directivo
En el pasado he soñado mucho en que algún día me compraría un velero, llegaría al Pacifico, buscaría cualquier isla fuera de las rutas de navegación, y en la que me gustara, quemaría el barco, al igual que hizo Pizarro (que por cierto no es verdad que los quemara), para no poder volver. ¿Sería capaz de hacerlo ahora? Ni mucho menos, se perfectamente hasta donde llegan mis límites y no me veo manejando un velero de doce metros en medio de un temporal.
Hace unos días, creo hablé sobre la calidad de vida. ¿Qué es eso? Unos lo pasan como enanos jugando al dominó, mientras que yo ni he jugado en mi vida ni pienso hacerlo.
¿Lo volveré a pasar tan bien en Costa Rica? La vuelta me la había imaginado con mi pareja y ahora no termino de hacerme una idea de que voy a hacer allí.
¿Compraré la panga de la que tanto habíamos hablado? ¿O el terreno junto a la playa con el que ella había hecho tantos proyectos? No, creo que no.
Mientras esto llega, ¿me dedico a restaurar la Montesa Crono que ha traído mi hijo? A veces pienso que si empezara no pararía hasta conseguirlo, pero me cuesta tanto arrancar que dudo que le meta mano.
Podría irme al pueblo y sentarme en uno de los bancos de la plaza, siempre están ocupados y con alguien hablaría, pero ¿de qué? ¿De lo bien que lo va a hacer ahora el Rajoy? ¿O a criticar al alcalde? ¡Vamos hombre!
Escucho a mi hijo que creo que está haciendo unas estanterías e intentaré echarle una mano. Que piense Rita la cantaora.

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Y van tres. Vuelta al quirófano


Mañana no sé, pero hoy tengo la sensación de que puede ser el punto de inflexión de esta serie de calamidades (no encuentro otra palabra), que me han ocurrido durante los dos últimos años.
Anteayer estuve nuevamente en la mesa de operaciones y es la primera vez que me han dado buenas noticias. Si a esto le sumo que al fin han nombrado el partidor contador de mi dichosa herencia (no estoy pensando en el dinero, sino en resolver de una puta vez uno de los problemas que me hicieron volver de Costa Rica), es como para, al menos, levantar un poco el ánimo.
Lo del hospital, tampoco ha sido tan fácil. Entrada en recepción, me vuelven a marcar como a un borrego, y a la sala de espera de los que ingresábamos para operarnos. Se repite la historia: Llaman a todos menos a dos entre los que me encontraba yo, y coincidencias de la vida, los dos para Urología. Le cuento a mi compañero de fatigas que a mí me tocaba la semana pasada, pero por falta de camas, la postergaron hasta hoy y le digo si hoy no se repetirá la historia. Mientras esperábamos (nos habían citado a las ocho y eran más de la una y media, el hombre, me cuenta que ayer estuvo viendo sus olivos, por si era la última vez que los veía. Está claro que todo el que ingresa en un hospital va más bien acojonado. Para darle ánimos intento explicarle que nuestra operación es menor y que yo voy por .
Sobre las dos nos dicen que subamos a planta y ya la enfermera que nos vino a avisar, anticipó que algo raro pasaba. Nos esperaba el cirujano, y nos dice que solo pueden operar a uno, que no tienen tiempo para más. Me sube el cabreo y le digo que la semana pasada fue por falta de camas y que por esta no paso. Me elige a mí.
Había una cama libre, pero una con una mujer, y ya se sabe, la discriminación de sexos…
Me vuelven a meter en un trastero para que me quite la ropa, me ponga la bata, y al poco viene la enfermera me tiende en una camilla de curas y me vendan las piernas. Aparece un celador ya con una cama seria, y me llevan para el quirófano.
Espera a que acaben con el que tienen dentro, me ponen la espera en la mano y aparece por allí el anestesista que no daba con la medula (me imagino que es ahí donde pinchan), para anestesiarme de cintura para abajo, .
¡Hombre, aquí está el marino!
Le pregunto por el hermano (que también lo es) y aprovecho para decirle que hoy si dará con el sitio.
No te preocupes, hoy tengo conmigo a un alumno aventajado que lo hace muy bien, me contesta.
Una vez en la mesa de operaciones, le digo al cirujano. Doy por supuesto que sabes el por qué estoy aquí, pero por si te sirve de algo, tengo la seguridad de que, no sé exactamente donde, tengo una obstrucción que no solo me impide orinar bien, sino que me duele al hacerlo. Menos mal que se lo dije, porque cuando me metió, el endoscopio, se quedó extrañado de lo bien que estaba la vejiga. Lo dijo de una forma como diciéndose ¿para qué me mandan a este aquí?
¡Bueno!, llevabas razón, tienes un estrechamiento en la uretra (que me han provocado ellos, me dije yo) y te voy a hacer una incisión y tendrás que estar una semana con una sonda puesta, para que al cicatrizar no se vuelva a cerrar. Listo y para recuperación.
Sigo diciendo que el estar dormido de cintura para abajo, es una sensación muy desagradable. Tu mente le manda órdenes para mover las piernas, pero estas no le hacen ni puñetero caso. Se perfectamente lo que sienten los que están en una silla de ruedas por esta causa.
Por fin a la habitación, justo la que hay frente al servicio de enfermería. Mi primer pensamiento: Difícil lo tengo el fumar.
Por lo pronto estoy solo en la habitación, así que una vez que me ponen el suero, y siendo ya experto en horario de visitas, aun con los pies y las nalgas acorchadas por la anestesia me voy al baño y me fumo mi primer cigarro. Eliminador de olores, y para la cama. Ni que decir tiene que viene la primera regañera de mis hijos.
Me traen a mi compañero de habitación, un gitano. Puedo asegurar que para nada soy racista, más bien estoy convencido que es todo lo contrario, o al menos tienen un complejo de inferioridad que les hace suponer que a los payos nos tratan mejor que a ellos. Venía acompañado de padres, hermanas, cuñadas, tíos y tías y no sé cuántos más. ¡Dios mío!, me digo, esto parece una feria. Se acabó la tranquilidad.
Ya era tarde y se van yendo a dios gracias.
Acabo haciéndome amigo de ellos.
Se van la mayor parte, pero el teléfono no para de sonar. Son familiares interesándose por su salud. El sentido de familia que tienen, lo envidio.
Mi hija se quería quedar conmigo, pero se lo quito de la cabeza. Como no voy a acordarme de María y de las muchas noches que paso conmigo. La recuerdo hecha un ovillo en esos sillones criminales para dormir. Con mi compañero se quedan el padre y la madre. El padre no paraba de entrar y salir durante toda la noche y no sé cuántas veces me despierta, momentos que aprovecho para quitarme el mono. Precisamente a las siete salía del baño y entra el enfermero más malafollá de toda la planta (no lo digo yo, lo dicen todos sus compañeros/as) y me regaña por estar levantado, le digo que según el cirujano dentro de un rato me voy y estoy haciendo prácticas. ¡Si, a mí me vas a engañar! Pues no pedazo de capullo, pensé yo. A mi gitano le regaña de tanto quejarse por el dolor.
La verdad es que lo del dolor tampoco lo comprendía yo. Hace cinco meses que le pronosticaron que tenía una piedra en la vejiga, y cuando lo metieron en el quirófano, vieron que ya no tenía nada, así que nada le hicieron. Él quería hacerse el mártir delante de la familia, pero es que la madre cada vez que la llamaban por teléfono decía poco más o menos que estaba en las últimas y cada vez que entraba una enfermera/o le decía que su hijo estaba muy mal. En su bolsa de la sonda se veía la orina limpia, o sea que era verdad que no le habían hecho nada. No son ni mejores ni peores que nosotros, son diferentes.
Ya estaban mis hijos allí. Pasa el tiempo y la visita del médico de planta, no llegaba. Ya esperaba lo peor, pasar otro dia allí, pero sobre las doce aparece el urólogo, que precisamente fue el que volvió a mandar a operarme, expresamente a darme el alta. Cuando me dice que probablemente nos volvamos ver cuando me hagan una revisión, le digo que me busque en Costa Rica. Él había estado allí un mes de vacaciones.
Salida del hospital.


Me he enrollado vilmente.
Mi hija quería, por narices, que me fuera al menos estos días a su casa, pero tenía bien claro que yo volvía a mi retiro.


No es agradable estar sondado y con una bolsa amarrada en la pierna, sobre todo temía que dormido, pudiera tener cualquier contratiempo, por supuesto desagradable.
Ocho días pasan pronto, y una cosa vencida.

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Pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación.


El tiempo, típico de otoño. Aún quedan hojas en los álamos blancos, aunque ya han caído las del nogal y las de la catalpa.
En estos últimos días, amanece nublado, aunque hay ratos que se deja ver el sol, rayos que salgo para aprovecharlos. Cuando esto escribo llueve parejo y ya es noche cerrada. En un claro les he echado su comida a los perros y ya la única faena que me queda es prepararme la cena. Maldita las ganas que tengo de comer.
Mi hijo lleva dos días en la ciudad, por lo que aparte de la compañía de los perros, estoy más solo que la una. Incluso Sole que suele aparecer dos veces al día para ver si necesito algo, también ha desaparecido.
No es que mi hijo sea un gran conversador, más bien todo lo contrario, pero cuando está aquí no para de hacer cosas y o bien viéndolo o echándole una mano, el tiempo pasa más rápido.
Me encuentro triste, tengo un descenso del estado de ánimo, pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación.
Aunque a María la veo cada vez más difusa, sin embargo nadie puede imaginarse lo que echo de menos su compañía. Es una sensación extraña, es como si me faltara parte de mí. No termino de acostumbrarme a que se haya marchado. No le perdono que me haya dejado. No es egoísmo sino más bien me siento responsable de que lo haya hecho.
No es cuestión de soledad, ni tampoco de falta de amigos, es vacío del alma.
En Costa Rica cada vez que me despertaba y veía la luz que entraba por la ventana, me decía tengo un día más de vida, tengo que aprovecharlo. Cada mañana era una vida nueva por descubrir, todo lo contrario de ahora, me despierto y me digo otro día más.
El mundo sigue, pero espero que estas sensaciones me vayan cambiando, si no, no merecería la pena.

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El dinero ni se crea ni se destruye, únicamente desaparece


No estoy para pensar mucho, pero me sigue teniendo intrigado donde está el dinero. En la actualidad hay en el mundo casi un 50% más de dinero que al comienzo de la crisis. En el verano de 2008, circulaban por el planeta aproximadamente 3,6 billones de dólares (cambiadas todas las monedas a la divisa estadounidense). A día de hoy, se superan ampliamente los 5 billones.
Hoy he pensado en los paraísos fiscales y me he estado informando un poco sobre el tema.
No sé exactamente si está aquí y para qué, pero dejo alguna información que cuando el serrín que tengo por cerebro, me vaya desapareciendo, profundizaré.
Si tienes ganas y tiempo, en primer lugar escucha esto


O si prefieres pincha sobre la imagen que continúa, y léete la página web que se desplegará.


Si así fuera, que jugada estarán preparando a la hora de sacarlo.
¿Es una forma de acojonar a los países del llamado primer mundo, para que bajemos los costes de producción a los de China con todas las consecuencias?
¡Vamos, que eso del estado del bienestar se acabó!
¿Para qué coño alguien querrá tanto dinero?

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Estoy hasta el gorro (Más bien de otras cosas)


La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco, más bien creo que en este sistema, están haciendo perder la cabeza a la gente y nadie se da cuenta. Las putadas que nos hacen, se ven como normales cuando no lo son.
Noche cumplí a rajatabla, lo que me indico el anestesista: Me puse la barriga una inyección de Heparina, cena ligera a las nueve, a las diez enema y a las once dos pastillas de Ceprandal. ¡Ah!, también me duche, porque me lo decían las instrucciones (Recuerdo que el resto de los europeos nos tomaban por guarros, y ahora es el Servicio Andaluz de Salud)
Me levanto a las seis, no bebo ni gota de agua, mucho menos desayunar, y a las ocho en punto estoy en recepción del hospital. Me marcan como si de un borrego se tratara, me mandan a una sala de espera, donde estarían unas veinte personas, las van llamando a todas y quedo solo. Pienso que al igual que la segunda vez que me operaron, no quedarían camas. Cuando ya creí ni me iban a llamar, baja uno de los que también esperaba para urología, y que ya lo habían hecho subir, y me dice que suba a la cuarta porque hoy no operan a nadie.
Subo, me dicen que me pase por secretaria, la que sale me dice como muy extrañada que si el medico no había hablado conmigo, le digo que no, me dice que espere, y al rato sale el médico y me explica que esta noche habían tenido un trasplante de riñón y de que hoy no me operan. Cuatro camas vacías.
Me pregunto: ¿es que no hay más quirófanos?, ¿es que no hay más cirujanos? Ellos lo llevan y ellos lo entienden. El médico me dice que vuelva el lunes, lo corrige la secretaria y me dice que el martes, y una aventura para que me den las medicinas que me tengo que aplicar el día antes.
Iba muy tranquilo y con el cuerpo hecho a que hoy acabaría, y se prolonga la agonía otra semana más.
Lo dicho estoy hasta los cojones de la Seguridad Social, de la Justicia y de este país. En África pasan hambre pero al menos siempre están con la sonrisa en la boca.
Al menos espero que al pobre hombre que le han trasplantado el riñón le haya ido bien.


La puntilla: Cuando salía me encuentro con Erika, la cardióloga de planta que tanto cuidó a María y que tanta amistad hicieron. Nos damos un par de besos y me dice que nadie en la planta comprendía el por qué tuvo ese final. ¡Peor me lo has puesto hijita!

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Agorafobia a los hospitales


. Dentro de media hora me tengo que poner en la barriga una inyección de Heparina (no sé qué carallo es ni para lo que sirve), cena ligera a las nueve, a las diez enema y a las once dos pastillas de Ceprandal. Todo esto porque estoy citado mañana a las ocho de la mañana en el hospital para la tercera operación de vejiga. Al citarme tan temprano, supongo que para medio día este operado.
Lo estoy pasando mal, en especial esta tarde. Vuelvo a repetir que no es miedo a la operación, sino que conforme se va acercando la hora voy notando la fobia que le he tomado a los hospitales.
, fui contentísimo; la segunda mantuve mi plática con cirujano y anestesista, pero esta vez no, estoy cabreado y si no tuviera problemas para orinar quizás no fuera.
Mis razones tengo.
Voy a pincharme.

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Mis miedos emocionales


Desde hace tiempo, presumía que el miedo para mí no exista, y ponía como ejemplo la muerte, de la que había estado cerca más de una vez y no solo no le temía sino que la deseaba (depresión), pero cada vez voy descubriendo cosas nuevas en este puto cerebro.
Ya me han llamado para volver a operarme de la vejiga (y van tres aparte de la cistoscopia) y en absoluto le tengo miedo a la operación en sí, todo lo contrario, estoy deseando cumplir lo que para mí es un trámite más. También es verdad es que ya le tengo fobia a los hospitales. Sin embargo sé que tengo miedo, que a su vez me provoca angustia y ansiedad, llamémosle emocional. ¿Sera la última? ¿Volverán con la quimioterapia, con lo cual seré dependiente del hospital otro año más? Mis pensamientos andan por otros rumbos, salga como salga la operación, el camino marcado en la parte oculta de mi mente, es que me voy a Costa Rica. Si dicen de hacerme la cistoscopia ¿esperaré? ¿Me vendrá incluso bien para ver si algunos problemas burocráticos que me trajeron a este país, se solucionan (van más de dos años)? Prevalece el mandar todo a tomar por el culo y largarme.
He hablado con Vanessa, y me dice que ya me tiene preparado un apartamento en Cóbano. No tiene playa, pero entre diez minutos y media hora de cualquiera de las que me gustan. Está en un bosque precioso con su riachuelo, por el cual pasa agua la mayor parte del año y además existe una especie de ambulatorio en el que me podrían poner la Mitomicina.


También es cierto que para el mes de Marzo que viene, me cumpliría mi documentación de residente, y volver a repetir los trámites seria de locos.
Antes decía que sobraban dedos de una mano para contar los amigos que tenía por esta parte del mudo, ahora estoy convencido que me sobran los cinco dedos y necesito hablar. Echo de menos a mi amigo Javier el loco y sus extrañas filosofías (de vez en cuando pienso en aquello que me decía de que todo lo que cae sube), a Norberto, a Diego y a tantos otros.
Si la parte contraria a mis dos pleitos pendientes, se llevan mi dinero, que les sirva para medicinas, y no es que le desee mal a nadie, pero no me entra en la cabeza, que siendo mis necesidades tan básicas, la gente pierde la cabeza por él.

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Sentimientos encontrados. Se va cerrando el baúl de los recuerdos


No sé si porque pasa el tiempo, o por las dosis de serotonina que me estoy metiendo en el cuerpo, pero llevo varios días en que estoy bastante mejor de ánimos, pero precisamente ayer tuve una pequeña lucha porque tenía sentimientos contradictorios.
Por una parte el encontrarme bien para mí era un gran paso, pero a la vez sentía como si estuviera traicionando a María. No es que no me acuerde de ella, no hay día que no esté en mis pensamientos, pero noto justo eso, que van pasando a ser recuerdos. Lejos van quedando los días en que no me creía que se hubiera ido.
La vida seguirá su curso, no sé qué es lo que me deparará, pero tengo la completa seguridad, que recordaré el tiempo que estuve junto a ella como una de las cosas más bonitas que me han pasado. Aunque a alguien le parezca extraño, también me quedo con la cara de paz que tenía ya en el ataúd.
En el baúl de los malos recuerdos, se irán quedando los tiempos de hospital y sobre todo el más desagradable, en el que apareció el cirujano diciéndonos que la cosa iba mal. En su cara noté que todo se había acabado, que se había dado por rendido. Quería que me tragara la tierra.
Espero no volver a tener un duelo como este, porque si mal lo pasas con la depresión, este, aunque distinto, también es una de las experiencias más desagradables que he tenido en la vida.
Mi hijo esta con Pedro arando el campo, y pronto aparecerán las hierbas, serán las más bonitas que haya visto.

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El hombre es el único animal… Facebook


Aunque nos dirigimos al solsticio de invierno, y por tanto los días van acortando, hay algunos que se me hacen eternos. También es verdad que cuando llega la hora de acostarme, le temo a la noche, los sueños y despertares a horas en las que no veo luz por la ventana no son en estos momentos nada agradables.
El ordenador [computadora por aquellos lares (Cada vez están más presentes en mi mente)] al que tanto odié en el trabajo (teníamos muchas obras en la calle y había quien quería resolverlas con este aparato), me fue de gran ayuda con la depresión y ahora lo está siendo en estos malos tragos. Incluso cuando tengo los cables completamente cruzados, me pongo con el solitario, cosa que me cabrea bastante porque al menos en mi etapa anterior ya era incluso un buen aprendiz de hacker.
Los otros días hablaba de la amistad y no se el por qué lo relacione con Facebook, quizás por aquella cantidad de correos que me llegaban con fulanito/a quiere ser tu amigo. Si mal no recuerdo cuando empecé a utilizarlo aún estaba solo en inglés. Había mas redes sociales pero esta les ha ganado el terreno a todas, entre otras cosas, por la cantidad de de todos nosotros [hasta la CIA está metida en el ajo (para qué el gasto inútil de la red Echelon)]. Pocos han leído , que pinchamos para poder acceder. Entre otras lindezas dice (más o menos): La propiedad exclusiva y perpetua de toda la información e imágenes que publican. Incluso cuando los usuarios cancelan su cuenta la información y las imágenes permanecen.
Empezó a llamarme la atención que casi todos los programas de TV, te van haciendo una especie de encuesta para ver que opinan sobre el tema los videntes/oyentes a través de estas redes, pero poco a poco me voy dando cuenta que personas que no tienen ni puta idea de ordenadores, están metidos en Facebook o en Twitter. Algo así como el que no esté metido es un cateto. ¡Vamos, que no tienes un bemeuve!
Algo ha debido pasar desde que yo me di de baja, me digo, y olvidándome del solitario hace unos días me volví a dar de alta. Eso sí, al igual que en este blog no doy un solo dato mío, tan es así que no me dejaba entrar porque en la edad había puesto un año y después he comprobado que el mínimo es trece, cosa inútil, porque de todas formas te tienen al menos localizado. Un caso curioso: Mete en Google una palabra como por ejemplo odontólogos, y conforme vas escribiendo, sale un desplegable de ayuda, y aparte de la palabra sola te salen varias más que te dicen odontólogos en tu ciudad o en las que te rodean.
Lo primero que noto es que ha cambiado la interfaz de usuario, lo segundo que ya me han salido más de cincuenta amigos/as aparte de un personas que conoces. Es admirable, la cantidad de personas que conocen a un tal Perroverde y que además se apellida Sinnombre con una edad de veinte años. Por mucho que se empeñe Facebook, esa persona no existe. ¿Cómo me han puesto a tiro a tantas personas que conocía? ¿Cómo me han relacionado con la primera vez que mi di de alta en la que si di mis datos? No, por la IP, seguro que no es. Lo de Orwell, ya es cosa de niños.
Las herramientas de que dispone hay que hacer un curso de informática. He intentado meter este blog y al final lo he conseguido a medias (las ultimas veinticinco escritos, incluso este que los pongo a parir, aparecen en Mis notas) y no pienso insistir, porque tengo el tiempo contado para eliminar mi cuenta nuevamente.
Bajo ningún concepto estoy criticando a las personas que utilizan estas redes, simplemente a mí no me van, puede que por lo que decía de la amistad, en este caso cibernética. De todas formas por si quieres darte de baja (te aseguro no es fácil dar con la forma de hacerlo) aquí te dejo este .
No me imagino a Rajoy twitteando, pero sí al equipo que tiene detrás, por supuesto pagándolo nosotros, contestándole a las preguntas. Hay que tener en cuenta que un desconocido como Obama, llego a presidente de USA por estas redes, él no va a ser menos.
Por cierto el otro gigante, Google, ha sacado otra, Google+.
Otro día menos. Hoy, en especial esta noche pasada ha, llovido bien y mientras he escrito esto he dejado tranquilo al pobre solitario y la mente la he tenido ocupada. Algo es algo.

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