Al rancho de Alvarito a por plantas de café


Desde bastante temprano habíamos dicho de ir a algún sitio, pero llego la hora de comer y no habíamos decidido ninguno. Comemos y yo seguía teniendo in mente Rio Bonito, pero no me veía bajando por aquel semiacantilado con la dichosa vertebra como la tengo, porque a pesar de haber ido a mi escoces (el Quiropráctico), sigue dándome el coñazo. Acabamos de comer cuando llega Carlos del hotel, le digo de que nos dé una idea, y ve el cielo abierto. Ya me imaginaba lo que iba a decir, porque lleva tiempo detrás de hacerlo: Ir al, la verdad es que no sé cómo llamarlo, terreno de Alvarito a por unas plantas de café arábigo, según él, estas son de las antiguas, no transgénicas, y repito, según él, ahora todas lo son.
Yo ya había estado cerca, sabía que el camino no era malo, aunque al final tuvimos que dejar el carro a más de un kilómetro, y precisamente porque lo conocía y sabía que pasar el riachuelo, era con riesgo de quedarse atrapado en él.
Me pongo los vaqueros y las ”figueres”, acompañadas por los vaqueros, no quería que los chinorros (parece que se dice chinarros) me dieran el mismo coñazo que cuando fuimos a la catarata del rio Pánica.
El pasar la primera torrentera, con los troncos que había, ya tuvo su mérito, y las raíces que atraviesan el camino a modo de esas cosas que ponen en las ciudades españolas para que por cojones moderes la velocidad, hacían que mi columna fuera crujiendo.
Llegamos, el sitio ideal para construirse una casa y vivir en plena naturaleza y a un paso de la playa.
No estaba Álvaro, y si Vallejos, nica él, que precisamente anoche se me sentó en mi mesa cuando ya me venía y estaba bien cargado de guaro. Ni se acordaba. También tiene allí su rancho.
Mientras Carlos va a por las plantas de café, yo me entretengo en ver por dentro los ranchos. No tengo que describirlos puesto que se ven bien en el video, pero a esto añádele que no tienen corriente, aunque hay una fuente cerca, no tienen agua corriente y por supuesto, ni televisión, ni radio, ni nada que indique que estamos en el siglo XXI.
Cientos de hectáreas que lo rodean eran de los padres, pero de eso toca hablar otro día.
Vuelta por esas preciosas en YouTube.

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