Ni en Tambor escapo de la Navidad


Llevo mucho tiempo que no me gustan las fiestas y sobre todo si hay acumulación de gente (más de tres personas), pero si hay una en especial, no ya que no me guste, sino que le tengo tirria, esa es la Navidad. No es la primera que paso en Tambor y creo que me he zafado bien de ellas, pero también es verdad que tenía las neuronas en su sitio (Por cierto, esta tarde las tenía muy bien y ojala dure), pienso que es por esto por lo que este año no quería ni saber que existían.
Estoy viviendo en un país que tiene muchas cosas al revés que el resto del mundo (el verano, cuando es invierno por ejemplo) entre ellas una es que las vacaciones sean en el mes de Diciembre estando en el hemisferio norte. Son las vacaciones y dan el aguinaldo que es lo que en España sería la paga extraordinaria (por cierto solo hay una).


Vacaciones, verano y aguinaldo, la gente se mueve, especialmente hacia las playas, y aquí tanto las cabinas como el camping se llenan. Bueno, es un decir. Aunque lo noten menos, o más bien no quieran notarlo, aquí también ha llegado la crisis y las cabinas no sé cómo están, pero el camping en comparación a otros años está vacío, lo que me indicaba que por lo menos la acumulación de gente seria menor, pero ayer fui a la playa y todas las mesas y parte de los tubos que pusieron para que no pasaran los vehículos (sirven de asientos) estaban al completo; me siento en una en la que estaban dos personas de Atenas que ya conocía de otros años, pero no tardo mucho en levantarme y venirme. Lo hago dando un paseo por la desembocadura del río.
Hoy no he ido a mi playa, y tengo que estar muy mal para no hacerlo. No tengo ganas de bullas.
O sea Que ni en Tambor escapo, al menos, de los efectos colaterales de la Navidad.

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Historia de dos días. Nochebuena en Tambor


Cuando me despierto alguien me dice que ya han salido. No pregunto pero recuerdo que Rigo me había dicho que fuera con él a algún lugar de la provincia de Guanacaste, cerca de cantón o ciudad de Nicoya (Con la división territorial de Costa Rica hasta los ticos tienen un lio que no se aclaran, caso de San Ramón y Quesada). No estoy todavía preparado para turistear, aunque noto que con el cambio de antidepresivo voy mejorando, pero solo de pensar que tenía que atravesar el tramo de llamémoslo camino, porque bajo ninguna circunstancia se le puede llamar carretera, entre Paquera y Playa Naranjo, ya le digo que no. Por lo que se ve lo llevo mi hijo.
Un día normal para mí pero ya de noche después de venir de mi playa, veo que aparecen y su aspecto era como si hubieran atravesado el Desierto del Sahara, tal era el polvo que traían encima.
Rigo me explica algo del porqué del viaje: El procede de allí y su madre con su padrastro aun lo continúan haciendo, la madre por estas fechas cumple años (Creo que el mismo día veinticuatro) y aprovechando estas fechas, navidades y cumpleaños procura ir a verla.
Finca con no sé cuantas hectáreas (no quiero decir miles por si me paso) con no sé cuantas cabezas de ganado (tampoco quiero decir cantidad) y viven casi en plan autosuficiente. Podían cocinar con gas o con electricidad pero la madre sigue haciéndolo con leña porque dice que la comida no sabe igual. Crían un par de chanchos para sacrificarlos por estas fechas y quizás fue una de la razones de ir Rigo, porque cuando salieron del coche los vi que descargaban, carne, morcillas (no son igual que por España), tamales y no sé cuantas cosas más.
Se habían pinchado en el camino de ida y no llevaban ni gata ni llave de ruedas (nos las habían robado unos días antes). La gente por estos lares es muy solidaria y lo resolvieron bien.
Fin del primer día porque si me entretengo en contar detalles tengo que escribir la historia de la familia de Rigo, de que fueron españoles recientes, que miden todos más de uno ochenta y de que único que salió moreno y de estatura normal, fue él.







Segundo día: Nos levantamos como si fuera cualquier día normal, nadie había mencionado las navidades, si veo que Rigo aparece con una barbacoa y me parece lógico por las pitanzas que trajeron ayer. Yo digo de ir a Cóbano a que me pongan la inyección milagrosa, porque ayer había pasado un día criminal de moqueo, congestionado y con dolor de cabeza y también observo que mientras yo estoy en la farmacia y después eran muchas y en diferentes sitios las compras que estaban haciendo.
Vuelta a Tambor y continua el día normal. Comemos y yo me echo un rato. Voy a tomarme un café y veo que están encendiendo la barbacoa. Hacen ascuas con leña de madera dura y cuando hay muchas ascuas, le echan carbón encima y ya esta lista, y cuando digo esta lista es que lo estaba serian las cuatro o las cinco de la tarde. Aparece Verónica y se pone a adobar la carne. Me parecía mucha carne para los pocos que estábamos en ese momento.
Se hace noche, digamos las seis de la tarde, y ya se estaba haciendo la carne. Poco a poco van apareciendo personas hasta que nos juntamos diez o doce. Yo no lo sé seguro pero creo que no estaba preparado para que vinieran por aquí y una de las pruebas es que se acabaron las cervezas que había aquí y alguien fue y trajo me imagino que una caja mas.
Carne, morcilla, algún tamal, una especie de revoltillo de cebolla, tomate y otras cosas puestas al fuego y tortillas (no la española ni la francesa, sino esa especie de pan redondo y aplastado)
Aunque ya los que estábamos allí habíamos acabado, me llamo la atención que llegara hasta Manuel.






Lo que más me jodió es que el turrón que nos habían mandado de España se lo comieran como si fuera una morcilla más. Parece que alguien hizo algún comentario.
Ya se iban yendo algunos cuando para mi sorpresa sacan regalos. Desde unas sandalias hasta unos prismáticos pasando por una caña de pescar.
Aunque no lo parezca antes de las diez estaba en la cama, así que quizás es la Nochebuena más rara que he pasado. Por lo menos para mí fue la más imprevista y creo que en Tambor fue la única, por lo menos el detalle de los regalos.

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Primeros pasos de Paula


Hace tres entradas hable sobre el y en él decía textualmente: Los otros días la vi dar sus primeros pasos. No sé si se puede decir que puesta de pie agarrada a la falda de la madre, soltarse y dar dos paso para agarrarse a la mesa, se le puede decir que fueran sus primeros pasos. Hoy he recibido a través de WhatsApp (que cosas uso) los dos pequeños videos que he unido en los de arriba en los que si son verdaderos pasos. También es verdad que ha empezado a darlos justo al cumplir un año (no sé con qué edad lo hacen los otros niños).
Y ahora me pregunto: los niños, los primeros desplazamientos que hacen son a gatas (Dicho de ponerse o andar una persona: Con pies y manos en el suelo, como los gatos y demás cuadrúpedos), y por norma general tendemos a la ley del mínimo esfuerzo, ¿Por qué no siguen haciéndolo así y nos encabezonamos en ponernos de pie?

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Personajes que han desaparecido de Tambor de Puntarenas


Al principio de estar en este pueblo, era paso de unos personajes muy peculiares, que más tarde o más temprano seguían camino a lo que ellos buscaban. Terminaban recalando en Santa Teresa/Malpaís o en Montezuma. Ellos iban buscando extranjeros y todo lo que a su alrededor se movía, desde birras a mota; es el caso de Diego y Yocsan por poner un ejemplo. Otros las ovejas negras, caso de Ceviche o Edwards y los más personas de aquí de toda la vida aficionadas al guaro. No con esto digo que no hubiera excepciones, como el caso de Helena que hablaba y leía tres idiomas a la perfección., o Luis que partiendo de cero ha sido dueño de un hotel de cabinas.
Pero lo que me ha llevado a escribir esto es que personas como Zaraqui de aquí de toda la vida también estén desapareciendo.
La verdad es que otros no volverán más, la vida les ha pasado una mala jugada.
Verdad es que la crisis ha llegado aquí y bastante que se nota en el turismo, por lo que los que vivían de este han tenido que emigrar y lo que es la pesca del dorado, tampoco está la cosa para tirar cohetes.
Yo iba a mi mesa de la playa principalmente a ver el atardecer, pero invariablemente acababa en tertulia con varios de ellos. Algunos de la gente de alto standing, se extrañaban que yo me mezclara con ellos hasta el punto que el dueño del Súper, no sin cierta prudencia llego a preguntarme: Don José, ¿no le trae problemas sentarse con todos esos borrachines? A lo que le contesté: No solo no me los trae sino que me divierte hacerlo, a lo que pensaría que estoy loco.
También es verdad que tenía que pagar mi peaje porque no había uno que no me pidiera un blanco o cien colones que le hacía falta para comprarse una pacha. Dicen que un niño y un borracho siempre dice la verdad, por lo que a cambio me enteraba de todos los chismes, y a los más viejos les iba sacando la historia de los orígenes de este pueblo, pues fue el primer asentamiento del sur de la Península de Nicoya.


Ha pasado la época de lluvias y ha llegado lo que por aquí llaman verano, o sea la temporada seca y por estas fechas los atardeceres no son ni parecidos a los de invierno y a la tertulia siguen viniendo Lorenzo, Rigo, Alvarito, y otros, Toro pasa pero más bien lo que hace es saludar y seguir, pero cada vez son más días los que me paso la tarde solo y digo la verdad echo de menos las conversaciones por ejemplo con Zaraqui (contaría la historia de un gato y de las técnicas para saber dónde estaba el dorado).
También he puesto la excepción, un personaje especial que ha vuelto, pero ese es un verdadero asceta. Baltodano. Solo he conseguido hablar una vez con él.
Me ha dado por pensar que mi cuerpo está cada vez más averiado y a pasar de que en España están haciendo una mierda con la sanidad, el final será que me vaya allí porque al menos hay médicos privados. Hace tres entradas conté la aventura para que me viera un psiquiatra, y no solo es la aventura sino el costo que no me lo puedo permitir. El mismo psiquiatra sé quedó asustado cuando le dije que para el ictus estuve en el CIMA por lo que me habría costado.
Pienso (hoy me ha dado por pensar). En España vivo alejado de la civilización, pero aunque estuviera inmerso en ella, ¿con quién hablaría? Personas con las que pueda hablar, no ya amigos, se pueden contar con los dedos de una mano y para mi desgracia están separados. ¿Me iría a un bar a hablar con el camarero? ¿A los bancos de un parque a intentar hacer amistades? ¿O a una residencia de ancianos (así les llaman ahora a los asilos)? Tampoco me gusta ver escaparates ni a la gente andando por la calle con el teléfono al oído.
Aquí, a pesar de tener televisión, no la veo ni por asomo. ¿Me volvería adicto a la TV?
Dicen que estamos al final de un ciclo, pero lo que están haciendo con este mundo, aparte de la crisis financiera, es una verdadera mierda lo mires por donde lo mires.
Por curiosidad, ¿qué hacen los viejos hoy en día en España aparte de darles cobijo y de comer a los que han perdido su trabajo y su casa? Si alguien sabe la respuesta, le agradecería me informara. Ya funcionan los comentarios.
Quizás sea egoísmo, pero cada vez me acuerdo más de una persona que me dejó.

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Ha muerto Boby. Un buen perro


Llego por aquí no sé cómo. Yo antes lo había visto por la playa. El caso es que cuando nos dimos cuenta ya no había quien lo echara. Se pasaba el día tumbado en el pasillo, cosa que no le gustaba a alguien porque decía que lo dejaba todo lleno de pelos. Por más que le regañaba, ni puñetero caso, pero no era tonto y al final se tumbaba en la sombra en el jardín y que no hubiera algo recién plantado porque arañaba la tierra hasta buscar la humedad.
Era un perro caluroso para estas tierras. Charco que veía en él se tumbaba y si el agua estaba podrida, mejor que mejor. Por eso decían de él que era un perro apestoso, pero igual le gustaba bañarse en la playa.
Debía de tener algún antepasado pastor alemán.
Cuando dimos por hecho que de aquí no había quien lo echara, le pusimos una inyección antiparásitos, especialmente para las garrapatas y le compramos pienso. Es curioso que cuando se lo echabas en su comedero, no venía a comer hasta que tú te retirabas, también que comía tumbado, no de costado sino con las patas estiradas.
Por más que pregunte quien era su dueño nadie me dio señas, y el primer nombre que me dijeron fue Messi, pero cuando lo llamabas por ese nombre, ni puto caso; fue una niña a la que le oí llamarle Boby y me di cuenta de que por el respondía, así que así le llamábamos.
Sabía perfectamente a la hora que me iba a la playa y eran tales los ladridos de alegría y los saltos que daba para agradecértelo que no había día que no me manchara los pantalones o la camiseta.
Ya en la playa se perdía, pegando corridas y lo peor que es objeto que viera, como unas sandalias una bolsa de mujer o algo semejante, lo cogía y se iba por ahí a morderla. A alguien le escuche decir que el dueño lo había educado muy bien insinuando que era un perro ladrón.
Ya nos habíamos encariñado con él.
Anteayer lo vi cojo, me imagino que de una piedra o de una patada. Ayer no lo vimos en todo el día y quise pensar que había alguna perra en celo por aquí cerca, pero hoy estaba en mi mesa de la playa y alguien me dice que un poco más allá estaba muerto y que lo estaban comiendo los zopilotes. No he querido acercarme a verlo. Según me dicen ha sido envenenado. Sea cual sea la causa es del segundo animal que cae por aquí y que acaba sus días de mala forma.

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Primer cumpleaños de Paula


Como el que no quiere la cosa ya ha pasado un año. Me acuerdo perfectamente que aquella mañana estaba en el muelle, y cuando vine, esta máquina me indico que alguien quería ponerse en contacto conmigo y no dude que era para decirme que había nacido Paula.
Ni corto ni largo me ha pasado el tiempo, lo que si recuerdo perfectamente es la alegría con la que recibí la noticia y en las horas bajas en que me encuentro ahora. Pasaran.
Quizás por el pesimismo de mi estado de ánimo, y viendo cómo va el mundo ahora, pienso en cómo estará cuando ella razone, y si es el que espero, vea con claridad que el mundo que le presentan (empezara por la enseñanza) no es el justo.
¡Ojala me equivoque!
Todavía me hace disfrutar. Los otros días la vi dar sus primeros pasos.

Feliz cumpleaños Paula

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Viaje a Esparza. Mi visita al psiquiatra


Puñeteras neuronas, cada vez las entiendo menos.
Cada vez me encontraba peor, así que era la hora de decidirse a ir a un psiquiatra. Ir a San José me daba pavor, en internet aparece uno en Puntarenas pero en su anuncio solo hace hincapié en las drogadicciones y alguien me dice que a Esparza viene uno, me imagino que de San José, una vez al mes, y que le toca el sábado así que ya me decido a pedir número. Podíamos habernos ido en el ferry de las nueve, pero precisamente a esa hora me da la cita.



Madrugón para coger el de las cinco y media. Amanecer en el golfo, pájaros en un camaronero y la policía que lleva a dos elementos que cosa extraña no los conozco.
Directamente al banco porque no llevábamos ni cinco, hablamos de coger el autobús, pero al final nos lleva el mismo taxi.


Nos sobra tiempo así que a desayunar, yo no, porque aquello era un almuerzo, y a dar una vuelta por la ciudad.


Sobre la nueve menos cuarto, nos vamos a la clínica y después de esperar no sé cuánto, nos dicen que el Dr. se encuentra en un atasco y que llegara sobre las diez. Por lo pronto se jodió coger el ferry de las once.
Por fin llega y subo con él a su consulta. No sé por qué aquí todos los médicos se empeñan en escribir a mano todo tu historial clínico. Voy amarrando detalles y parece que sabe de psiquiatría. Cuando me dice que hay un antidepresivo que lo que da es hiperactividad, pero que tiene el inconveniente de que da ansiedad, le digo que ese es el mío y ahí queda la cosa. Ni me llamas para ver el resultado ni nada que se le parezca.
Vuelta a Puntarenas y a esperar hasta las dos que sale el próximo ferry. Comemos en el Pollazo y mis acompañantes, como todo el mundo que va a “la capital” de compras.



Vuelta y aun me da tiempo a ir a mi playa.
Lo que decía al principio de las neuronas: Ni he tenido ansiedad, ni me he cansado, ni nada de nada. Y yo que creí que me tendrían que llevar en camilla.

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No hay dos elementos iguales en el universo


No, ayer no estuve en la playa, mi ansiedad me sobrepasaba, pero últimamente, quizás como terapia intento fijarme en cosas que otras veces no lo hubiera hecho, porque se pueden contar incluso semanas que no haya tomado ni una imagen.
Anteayer me fijé en la arena de la playa en la que han hecho los campeonatos de voleibol y me cabe la duda (entre comillas) si todos los granos de arena serian iguales. Desde donde me encontraba lo parecían y a ello acompañaba que era arena menuda.

Me decido y cojo un poco.


La extiendo sobre la mesa y aunque no tenía lupa, no hace falta ser un lince para ver que cada grano es diferente. De la playa paso a nuestro planeta Tierra, y de allí al Universo.
No me cabe duda, de aquí al infinito no hay nada que sea igual.
Y vuelvo a una entrada anterior. Pienso luego existo.

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